Atado a los hermosos y nostálgicos días de mi pasado, apropiado del itinerante presente que sigo transitando, me apresto a comparecer en cada instante, a un pesimista y sombrío futuro; y cómo no hacerlo con las noticias que escucho, los hechos que testifico y las experiencias que comparten mi familia, amigos y seguramente todos los ecuatorianos conscientes. Todo es caótico, nefasto, peligroso, inseguro y de un tiempo acá, literalmente oscuro, es como estar llegando al final de los tiempos, esos que ya se anunciaron en la Biblia, como el Apocalipsis o el Armagedón y que algunos videntes como Nostradamus, Rasputín, Baba Vanga, entre tantos, predijeron. Desde luego que son visibles las atrocidades anticipadas que se han cometido y que continúan en contra de la humanidad por parte del mismo hombre que es capaz de crear y construir maravillas, útiles y duraderas, pero también de destruirlas sin piedad ni misericordia, contribuyendo a que la naturaleza con su fuerza e ira incontenibles, se ensañe y convierta en ruinas lo creado, quizá para enseñarnos a que con humildad, pero con entereza y perseverancia, podamos elevarnos como el ave Fénix desde las cenizas que dejan los incendios provocados, o desde los escombros que quedan después de terremotos, huracanes, inundaciones, efectos del calentamiento global entre otras armas de la que está dotada y que estimulamos con el daño infringido.
Atado a los hermosos y nostálgicos días de mi pasado, apropiado del itinerante presente que sigo transitando, me apresto a comparecer en cada instante, a un pesimista y sombrío futuro; y cómo no hacerlo con las noticias que escucho, los hechos que testifico y las experiencias que comparten mi familia, amigos y seguramente todos los ecuatorianos conscientes. Todo es caótico, nefasto, peligroso, inseguro y de un tiempo acá, literalmente oscuro, es como estar llegando al final de los tiempos, esos que ya se anunciaron en la Biblia, como el Apocalipsis o el Armagedón y que algunos videntes como Nostradamus, Rasputín, Baba Vanga, entre tantos, predijeron. Desde luego que son visibles las atrocidades anticipadas que se han cometido y que continúan en contra de la humanidad por parte del mismo hombre que es capaz de crear y construir maravillas, útiles y duraderas, pero también de destruirlas sin piedad ni misericordia, contribuyendo a que la naturaleza con su fuerza e ira incontenibles, se ensañe y convierta en ruinas lo creado, quizá para enseñarnos a que con humildad, pero con entereza y perseverancia, podamos elevarnos como el ave Fénix desde las cenizas que dejan los incendios provocados, o desde los escombros que quedan después de terremotos, huracanes, inundaciones, efectos del calentamiento global entre otras armas de la que está dotada y que estimulamos con el daño infringido.
Con tristeza debo aceptar que ya nos alcanzó el destino, cuando nuestro propósito de vivir es alcanzarlo. El Universo