0%

Paccha expone: discreción a nuestros visitantes

2 de diciembre de 2025 - Opinion

La obra artística de Wilson Paccha ha tenido reconocimiento a lo largo de los últimos treinta años, coronada ahora por la panorámica titulada Cortezas de relámpago(1994-2025), minuciosa y lúcidamente curada por Cristóbal Zapata, con decenas de cuadros que se expone en el Centro Cultural Metropolitano, en Quito. Acercarse a esos trabajos del artista ecuatoriano, nacido en 1972, sin acompañar estas palabras con varios de sus cuadros es una limitación. Siempre lo será con cualquier obra pero me parece que con la de Paccha es mucho mayor, porque no basta dar cuenta de sus temáticas, una especie de grotesco posmoderno, provocador en sus escenas teratológicas, coprolíticas, escarológicas, lo que podría decir todo o nada y que evitarían, con una cierta cobardía, que en su pintura hay caca, sangre, semen, un humor popular endiablado, que llevó, no sé a quién, a advertir con unos letreritos en rojo a lo largo de la exposición, con las siguientes leyendas: “En el arte moderno y contemporáneo las obras artísticas exploran el cuerpo humano y la sexualidad de distintas maneras. En esta sala se presentan imágenes que muestran estas reflexiones y que pueden resultar sensibles u ofensivas para algunas personas”, o más allá: “Esta exposición contiene desnudez y temas de naturaleza sexual explícita, por lo que recomendamos discreción a nuestros visitantes”. Creo que también habría valido la pena poner otros letreritos, aparte de las precisas orientaciones críticas del curador, donde se advirtiera que en esa o en aquella imagen “escandalosa” de Paccha hay un tratamiento que viene de Picasso, de Bacon, o que en ciertas distorsiones de la perspectiva hay un trabajo en el que se ha estudiado a conciencia la pintura del Renacimiento, o que junto a esos “monstruos” pop hay figuritas infantiles o héroes de series japonesas. Ponen letreritos políticamente correctos con advertencias para los ofendidos de cualquier índole, desde los más rancios convencionales a los activistas hipersensibles que viven paranoias de desconsideración por lo que sea. Realmente, lo más grotesco y ofensivo de la exposición de Paccha no fueron sus temas y cuadros grotescos, sino ese puritanismo ramplón que invade un espacio de por sí carnavalesco como lo es una galería de arte o un museo. Vayan a un jardín de infantes si lo que quieren es un cuento de hadas que no ofenda, y ni siquiera allí porque si leemos los cuentos infantiles originales veremos historias pacchescas. ¿O acaso vamos a olvidar que en el cuento de los hermanos Grimm sobre la Cenicienta las hermanastras se mutilan físicamente, aconsejadas por su madre, una cortándose el talón y la otra los dedos del pie para que el zapatito de cristal les quepa? ¿Olvidaremos que en la versión más antigua de Caperucita roja, la de Charles Perrault, el lobo se come a la abuela y a la niña y nadie las rescata y fin de la historia? En algún momento hasta pensé que esos letreros fueron otra provocación de Paccha para darnos cuenta de las aberraciones bienpensantes.

La obra artística de Wilson Paccha ha tenido reconocimiento a lo largo de los últimos treinta años, coronada ahora por la panorámica titulada Cortezas de relámpago(1994-2025), minuciosa y lúcidamente curada por Cristóbal Zapata, con decenas de cuadros que se expone en el Centro Cultural Metropolitano, en Quito. Acercarse a esos trabajos del artista ecuatoriano, nacido en 1972, sin acompañar estas palabras con varios de sus cuadros es una limitación. Siempre lo será con cualquier obra pero me parece que con la de Paccha es mucho mayor, porque no basta dar cuenta de sus temáticas, una especie de grotesco posmoderno, provocador en sus escenas teratológicas, coprolíticas, escarológicas, lo que podría decir todo o nada y que evitarían, con una cierta cobardía, que en su pintura hay caca, sangre, semen, un humor popular endiablado, que llevó, no sé a quién, a advertir con unos letreritos en rojo a lo largo de la exposición, con las siguientes leyendas: “En el arte moderno y contemporáneo las obras artísticas exploran el cuerpo humano y la sexualidad de distintas maneras. En esta sala se presentan imágenes que muestran estas reflexiones y que pueden resultar sensibles u ofensivas para algunas personas”, o más allá: “Esta exposición contiene desnudez y temas de naturaleza sexual explícita, por lo que recomendamos discreción a nuestros visitantes”. Creo que también habría valido la pena poner otros letreritos, aparte de las precisas orientaciones críticas del curador, donde se advirtiera que en esa o en aquella imagen “escandalosa” de Paccha hay un tratamiento que viene de Picasso, de Bacon, o que en ciertas distorsiones de la perspectiva hay un trabajo en el que se ha estudiado a conciencia la pintura del Renacimiento, o que junto a esos “monstruos” pop hay figuritas infantiles o héroes de series japonesas. Ponen letreritos políticamente correctos con advertencias para los ofendidos de cualquier índole, desde los más rancios convencionales a los activistas hipersensibles que viven paranoias de desconsideración por lo que sea. Realmente, lo más grotesco y ofensivo de la exposición de Paccha no fueron sus temas y cuadros grotescos, sino ese puritanismo ramplón que invade un espacio de por sí carnavalesco como lo es una galería de arte o un museo. Vayan a un jardín de infantes si lo que quieren es un cuento de hadas que no ofenda, y ni siquiera allí porque si leemos los cuentos infantiles originales veremos historias pacchescas. ¿O acaso vamos a olvidar que en el cuento de los hermanos Grimm sobre la Cenicienta las hermanastras se mutilan físicamente, aconsejadas por su madre, una cortándose el talón y la otra los dedos del pie para que el zapatito de cristal les quepa? ¿Olvidaremos que en la versión más antigua de Caperucita roja, la de Charles Perrault, el lobo se come a la abuela y a la niña y nadie las rescata y fin de la historia? En algún momento hasta pensé que esos letreros fueron otra provocación de Paccha para darnos cuenta de las aberraciones bienpensantes.

   Los cuentos infantiles hablan entre sí en una tradición que encierra historias terribles que representan la complejidad del mundo. El Universo

Play Cover Track Title
Track Authors