Es lo que insinúan los que se preparaban para festejar la victoria del sí en la consulta popular y en el referéndum de su fatídico 16 de noviembre. Mas, el pueblo abrió los ojos y vio que era una engañosa envoltura de quien ya no le inspira confianza y que preside un Gobierno que no atiende las necesidades de salud y educación públicas, que destina más dinero a pagar la deuda externa que a ambas juntas, cuyo presupuesto solo ejecuta una parte. Y aún más había anunciado restar derechos a la ciudadanía mientras existe una mora patronal por miles de millones de dólares al IESS, con la Asamblea Nacional condonó deudas tributarias por otros miles y mantiene exoneraciones, beneficios e incentivos aún por otros miles más, superiores a los ingresos por la explotación del petróleo. Sin embargo, abolió el subsidio al diésel, desatando una nueva tormenta indígena, que pudo prevenir con el diálogo y que reprimió a costa de muertos y violación de derechos de los protestantes. Es decir, flores para su clase económica y social y palos para el pueblo empobrecido con sus políticas, en medio de un autoritarismo también reflejado en el abyecto trato dado a la exvicepresidenta y a la Corte Constitucional, a la que quiso burlar en la convocatoria a las elecciones.
Es lo que insinúan los que se preparaban para festejar la victoria del sí en la consulta popular y en el referéndum de su fatídico 16 de noviembre. Mas, el pueblo abrió los ojos y vio que era una engañosa envoltura de quien ya no le inspira confianza y que preside un Gobierno que no atiende las necesidades de salud y educación públicas, que destina más dinero a pagar la deuda externa que a ambas juntas, cuyo presupuesto solo ejecuta una parte. Y aún más había anunciado restar derechos a la ciudadanía mientras existe una mora patronal por miles de millones de dólares al IESS, con la Asamblea Nacional condonó deudas tributarias por otros miles y mantiene exoneraciones, beneficios e incentivos aún por otros miles más, superiores a los ingresos por la explotación del petróleo. Sin embargo, abolió el subsidio al diésel, desatando una nueva tormenta indígena, que pudo prevenir con el diálogo y que reprimió a costa de muertos y violación de derechos de los protestantes. Es decir, flores para su clase económica y social y palos para el pueblo empobrecido con sus políticas, en medio de un autoritarismo también reflejado en el abyecto trato dado a la exvicepresidenta y a la Corte Constitucional, a la que quiso burlar en la convocatoria a las elecciones.
No es el pueblo el que debe disculparse por su rotundo no, sino aquellos que lo oprimen y siguen con sus embustes y ofensas… El Universo
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